¿Quién no recuerda su niñez?, volver al pasado a través de nuestros recuerdos resulta grato sobretodo si de ellos obtenemos vivencias que nos ayudan a mejorar en los distintos roles que ahora desempeñamos, y me refiero a los roles más importantes: Padre(s), Esposo(a) e Hijo(a).

Para quienes tuvimos la bendición de contar con nuestros padres o uno de ellos, no será problema recordar cuando para todo los llamábamos, ¡Mamá tengo hambre!, ¡Compramelo Papá!, ¿Que manda Mamá?, ¿Si Papá?, estas son algunas de las expresiones que de niños usamos mucho, y como no va a ser así, resulta casi imposible pensar en una madre o un padre que no haga cualquier cosa por complacer y dar lo mejor a sus hijos. Como hijos sabemos que en nuestros padres siempre encontramos una solución, no importando si dicha solución elimina el problema de un niño o un adulto, el efecto es el mismo; el problema de un niño es igual de importante que el problema de un adulto, basta con ponerse en los zapatos de cada quien.

Lo cierto es, que nuestros padres siempre están ahí para lo que necesitemos, no importa el sacrificio que tengan que hacer, ellos siempre buscarán la forma, el modo, las palabras, lo que sea, pero con seguridad algo harán, no importa si el sacrificio implica abstenerse de cosas que necesiten, ni tampoco confrontar a alguien sin importar las consecuencias, Nuestros padres son capaces de tantas cosas que no terminaría nunca de escribirlas todas.

¿Qué sacrificio no? Si seguimos escudriñando nuestros recuerdos seguramente llegaremos a la conclusión que sea cual sea el recuerdo que traigamos a nuestra memoria en el cual estén involucrados nuestros padres, encontraremos siempre la palabra compromiso. ¡Si! Ahí esta, ¿no la ven? Esta justo a la derecha de la palabra amor, Si! y a la izquierda de la palabra ternura, ¿ya la vieron? Ahí por la palabra Comprensión, creo que hoy si, ya la vimos todos. Detrás de las caricias, los consejos y los regaños de nuestra madre y padre, esta el compromiso, el compromiso por hacer de nosotros hombres y mujeres de bien, por velar que nunca nos faltase el alimento, por darnos educación, por tratar de darnos las cosas que ellos jamás tuvieron, por estar ahí cuando los necesitemos, por forjarnos en lo que ahora somos, ¿Increíble no? El sacrificio es enorme pero ¿hasta cuando?, ¿Cuánto tiempo dura este sacrificio?, la respuesta la podemos encontrar cuando al ver a nuestra Mamá le repetimos las mismas palabras de niño: ¡Mamá tengo hambre!, y con seguridad nos contesta: “Tengo frijolitos y queso, te voy a tostar unas tortillitas, ¿cuántas queres?”, o seguramente encontraremos la respuesta al preguntarle a nuestro papá: “Papá, ¿Crees que me podes hacer el favor de ir a traer a Carlitos al Kínder?” y que también con seguridad nos contestará: “Mmmm, mira tengo un mandado que hacer, pero no te preocupes voy después de ir por Carlitos”. El deber de los padres no termina Jamás, creo que la mayoría de nosotros entendemos esto hasta que tenemos nuestros propios hijos, ¡Es que todo es mas claro! Nos toca adoptar el rol que siempre fue nuestro salvador, hasta entonces muchos de nosotros somos capaces de reconocer y entender el sacrificio realizado por nuestros queridos viejitos.

Aprovechemos entonces la sabiduría de ellos, saquémosle el jugo a cada vivencia junto a ellos, el ejercicio de los recuerdos de nuestros padres es la herramienta perfecta para apoyarnos en la vida. Si pensamos en la forma que nuestros padres actuaron ante una situación igual a la que de repente enfrentemos, deberemos de tomar lo bueno y desechar lo malo, ¡claro! Nuestros padres no son perfectos, hicieron lo mejor que pudieron, cometieron errores y salieron adelante ya que como dijo Rubén Blades: “El amor de padre o madre no se cansa de entregar”.

Es nuestro deber entonces no cometer los mismos errores con nuestros hijos, así, fortalecemos el mayor de los sueños que una madre o padre pueda tener y ese es el verse superado por sus hijos, este es el mejor premio a todo el sacrificio realizado por ellos. Al nacer nuestros hijos, firmamos un contrato con la vida de tipo permanente, ese contrato es el mismo que firmaron nuestros padres y será vigente toda la vida. No nos olvidemos de nuestros queridos viejitos, no esperemos el día de la madre o el día del padre para demostrar nuestro amor y gratitud, seguramente les haremos inolvidable el día si de repente los abrazamos y les decimos “Mamá, Papá, gracias por todo su amor, sacrificio, compromiso y entrega”, ¿Cuesta mucho? no lo creo, en su defecto, un abrazo sincero a nuestra madre y una palmadita en el hombro a nuestro padre pueden alegrarles el día.

César Alfaro
Marzo de 2005.

NOTA: Articulo preparado para la revista Infoespacio en el año 2003, y que con mucho gusto comparto ahora con ustedes.
Bueno, ya antes había tenido la intención de escribir algunas cosas y compartirlas, sin embargo, siempre puse como excusa el tiempo, pero el tiempo uno lo hace para cada cosa,y bueno, me decidí a crear este Blog en el que iré publicando un poco de todo.

Es mi deseo, escribir y compartir algunas anécdotas que siempre he querido poner en algún lado, para que no queden solo en mi mente y mis recuerdos, ¿Con que finalidad?, quizá solo la de dejar a mis hijos, mi esposa, mi familia y amigos, una parte de mi pensamiento, mis ideas, mis aficiones, mis locuras y todo aquello que mi corazón me permita compartir.

Saludos a todos…

César Alfaro
Agosto de 2008.